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Foto del escritorJuan Infante Alosilla

La tentación de dejar de pensar o un salto cuántico en el pensamiento humano


¿Llega la hora en que las máquinas nos dirán “anda pa'shá, bobo”?

La inteligencia, el rasgo más distintivo del humano frente a todos los seres vivos conocidos que habitan la tierra, será superada largamente por veloces procesadores capaces de crear respuestas a los retos humanos gracias a lo que se ha llamado “inteligencia artificial”.


En las últimas semanas, y exponencialmente en los últimos días, veo en mis redes a muchos celebrando, promoviendo e informando de una gran novedad que puede resumirse así: “ya no necesitas usar tu cerebro, ya no necesitas pensar, ya no necesitas usar tu talento creativo (ni contratar a alguien que lo tenga)”.

Mis redes hoy están llenas de videos cuya llamada a verlos es, palabras más, palabras menos, ésta: “En un segundo ten todo lo que necesitas para tu trabajo intelectual del mes” y dictaminan el fin de la necesidad de contratar comunicadores, diseñadores, fotógrafos, creativos publicitarios, etc.,

Y, así, van apareciendo otros anunciando que ya puedes tener, solo poniendo el título y en un abrir y cerrar de ojos, una sólida presentación en ppt para dictar una conferencia e inmediatamente otro te dice que el chat GPT ya puede escribir tu libro y que, en breve, se viene una actualización tremendamente veloz que dará incluso resultados más finos, más precisos y más inteligentes.

Lo que se está promoviendo con intensidad acerca de los respuestas de la inteligencia artificial suena así: “sus respuestas son más inteligentes y más creativas de lo que tú podrías dar como resultado esforzándote muchas horas o tu vida entera”, así que, ¿para qué te esfuerzas?

¿Pasará? ¿El trabajo intelectual y creativo está ya condenado, como antes muchos trabajos manuales?


Realidades

Veamos: el conocimiento y el arte de la humanidad entera está ya digitalizado y no solo lo ya conocido. Lo que se produce en tiempo real en un computador: lo que escribo, lo que corrijo, lo que lees, lo que eventualmente vuelves a leer de este artículo, es decir cómo se mueven tus ojos, cuanto tiempo te toma, si te distraes, si lo abandonas, si lo vuelves a leer, si te rascas la nariz, si levantas las cejas, si parpadeas o haces un movimiento ocular... todo puede ser registrado y servir de dato para ser procesado.

Es más, gracias a lo que publicamos en nuestras redes, a lo que contamos en nuestras conversaciones telefónicas y en nuestros sistemas de mensajería (chats, correos electrónicos, mensajes de texto) e incluso a lo que escuchamos y cantamos, a las creaciones artísticas que apreciamos, le damos más insumos a la inteligencia artificial. Se podría decir que colectivamente aportamos cada día a este gran banco de insumos que luego se transforma, ante nuestro requerimiento, en resultados útiles.

Hay aquí un gran dato adicional: muchos de nuestros gustos y preferencias (los nuestros y los de otros), nuestras reaccionamos ante cualquier estímulo, todas nuestras emociones registradas en nuestras redes, los pensamientos y sentimientos que damos a conocer, todas nuestras respuestas y reacciones a estímulos de cualquier tipo que hemos voluntariamente digitalizado (o han sido digitalizados por otros) está a disposición de nuestro "nuevo cerebro".

Si para realizar una encuesta, con un 2% de margen de error para saber qué piensa un país sobre un tema en un momento determinado, se necesita tomar una pequeñísima muestra del total de la población; imagínense lo precisa que es la data de la que se dispone hoy en los núcleos desarrolladores de los sistemas que procesan toda esta información.

Ya no se podrá decir nunca más que sobre gustos y colores no han escrito los autores porque ya hoy los procesadores de información están en todos lados y saben casi todo de nosotros y de los otros. Dame un perfil de persona y te diré que es lo que quiere, qué y cómo le gusta, cómo tienes que ofrecérselo, cuánto suele pagar y cuándo lo va a comprar.

Pareciera que todo lo que conocemos como humanidad y del ser humano: las alternativas, los pensamientos dentro y fuera de la caja, todos los puntos de vista, todos los tonos de voz, todos los idiomas, todas las recetas, la de cocina también, pueden, bajo una buena pregunta que delimite bien los parámetros de lo que buscas y solo apretando un comando del computador, permitirnos obtener una respuesta a algo: una propuesta, un plan, un diseño, una comunicación y, seguro pronto, implementar una solución a lo que sea.


Como el genio en la botella

Haremos nuestro pedido y aparecerá la respuesta. Voy a poner un ejemplo personal. Estuve de viaje por tres ciudades de España y me impresionó la precisión de la aplicación Maps de Apple. Me dio la ruta óptima para ir a algún lugar y me señaló el tiempo que tomaría usando todas las alternativas de transporte posibles y todas sus combinaciones. Tenía todas las opciones, caminar, tren, bus, auto, y mezclarlas todas: el caminar con el bus, la conexión del metro y nuevamente el caminar hasta que llegar al destino, o el tiempo que haría en auto.

Y aquí hay algo: el tiempo que me señalan es considerando mi caminar, porque ya midieron mis pasos y mi velocidad. Así que si no miras nada ni te detienes, todo se cumple tal cual la aplicación de tu teléfono lo señaló, con los tiempos exactos, calculados con bastante precisión a pesar de la enorme multiplicación de factores que están inmersos y que la mente humana jamás podría prever.

Los sistemas están en cada vez más artefactos y envían información sobre uno y esto que se llama inteligencia artificial, tiene la capacidad de analizar, en menos de un pestañeo, todos los parámetros, confluencias y posibles imprevistos para darte la mejor opción y el tiempo exacto que te toma y además darte alternativas igualmente con sus tiempos y mecanismos de transporte.

Todo ya está aquí para bien y para mal y avanza a pasos exponenciales. Cargamos micrófonos, cámaras, escribimos diarios todo el tiempo. Somos ya previsibles, es cuestión de hacer las preguntas correctas.

Quizás pronto cederemos el poder a otros seres que nacerán de alguna manera a imagen y semejanza nuestra, pero potenciados exponencialmente por la confluencia de todos.


Cambio vertiginoso

A contramano, leo gente reaccionando: "no va a pasar nada". La IA no es suficientemente inteligente como para reemplazar el talento humano ni las respuestas que nuestra inteligencia puede dar. Es un fiasco por mediocre. Quienes están en modo negación tienen sus años, una carrera sólida y seguramente se sienten amenazados mientras una masa cada vez más grande festeja, sobre todo los jóvenes.

Para mí, esto es una gran explosión, un nuevo Big Bang que producirá cambios notables en la humanidad en corto tiempo. Si han hecho canotaje, entramos a un largo tramo de rápidos, cójanse fuerte, perdimos los remos y al menor descuido nos podemos caer del bote.

Algo nuevo está emergiendo con muchísima fuerza. La IA solo va aumentar su coeficiente intelectual.


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