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3 razones por las que el comercio ambulatorio siempre gana en Lima


Necesitamos una doctrina para Lima
¿Puede Lima ganarle al comercio ambulatorio?

Ellos son Luis Alberto y Alejandro, dos estudiantes de arquitectura de la U de Lima que, ésta semana, me pidieron conversar sobre la ciudad, el comercio ambulatorio y Mesa Redonda.

comenzaré aquí y en los artículos siguientes a desarrollar mi visión y entendimiento del problema. Empiezo con las 3 razones por las que el comercio ambulatorio siempre le gana a Lima y concluyo con una reflexión de lo nefasto que esto es para la ciudad.


1. Los ambulantes no eligen cualquier plaza

Ir a vender de manera ambulatoria a Mesa Redonda o cualquier conglomerado comercial es una decisión empresarial: voy ahí donde está la mayor concentración de compradores de la ciudad y me coloco en el espacio más valioso, la calle, a un costo ínfimo: la sisa y las coimas. Saben aplicar muy bien una de las cuatro P del marketing, la plaza. El negocio es redondo: mis costos de “alquiler” son bajísimos y el flujo de clientes, altísimo.


2. Intereses económicos en juego

El comercio ambulatorio es ilegal, sí, pero la capacidad de los municipios (y también la voluntad) de hacer cumplir la ley es baja. No existe de manera permanente una dotación policial y de serenos que pueda garantizar que las pistas y veredas no sean invadidas por ambulantes. Entonces, hay una normativa explícita que sanciona el comercio ambulatorio en los conglomerados empresariales, pero nadie parece estar interesado en hacerlas cumplir.

El número de efectivos de la policía y del serenazgo suele ser pequeño y pequeña también es su resistencia a la tentación del pago por lo bajo.

Si 100 ambulantes te dan 20 soles diarios para que no los “molestes” haces 2 mil solcitos al día y 52 mil al mes descansando los domingos, en efectivo y libres de impuestos.

¿Cómo se reparte ese dinero? ¿Hasta dónde escala en la cadena de mando? ¿Es algo de lo que se beneficia el jefe de la policía de la zona, el jefe de los serenos? ¿Llega esto más arriba, se queda en el nivel de los efectivos que están en la calle? ¿A cuántos ambulantes se les hace ese cobro o hacen uso de las pistas de manera gratuita?

Ahora hagamos números: si fuesen mil ambulantes, el negocio ya es de 20 mil al día y 520 mil soles al mes, todo por lo bajo. ¿Hay dinero o no bajo la mesa? ¿Y de cuánto dinero estamos hablando por día? Este ejercicio es una suposición.


3. Los comerciantes de las galerías no se organizan

Como vemos, la tentación es grande y no tiene contrapeso desde la parte afectada. Los comerciantes que ocupan las galerías de Mesa Redonda, Mercado Central, Barrio Chino o Gamarra no nos sujetos relevantes para las autoridades porque, a pesar de ser muchos más, no están organizados y no ejercen presión frente a las autoridades ni contribuyen a la economía personal de quienes tienen que velar por la seguridad y garantizar que se cumplan las normas.

Los comerciantes podrían tener su propia dotación de vigilantes, pero eso significaría que:

a. Tendrían que organizarse: invertir tiempo en construir un gremio, ser democráticos, participar, debatir, llegar a acuerdos. Agremiarse es invertir tiempo a futuro, a mediano y largo plazo y en el mundo de la pequeña empresa lo que no produce dinero inmediato no es valorado y por el contrario es considerado una perdida de tiempo y de dinero.

b. Tendrían que dar una cuota diaria, semanal o mensual Sin dinero no se mueven las cosas. Armar un sistema de seguridad privada en los conglomerados que impida la presencia del comercio ambulatorio y brinde seguridad a clientes, trabajadores y empresarios es una necesidad. Implica incluso gestionar una normativa especial o hacer un convenio con el municipio a cargo para una dotación mayor de serenos. ¿Quién hace esa negociación, quién estará a cargo de administrar todo y quienes aportarán el dinero acordado de manera rigurosa? ¿Qué ocurrirá con el que no aporte?

Estoy seguro que no sería mucho el dinero por cabeza, sin embargo, así esa cuota fuese de un sol al día o de medio sol, muy pocos comerciantes estarían dispuestos a hacer el aporte de dinero y dar el tiempo para organizarse. Al final todos se excusarán diciendo yo no pongo porque él no pone o por qué yo tengo que poner igual que el otro que tiene más o que vende más.

Así que el resultado es lo que tenemos ni me organizo para presionar para que el Estado haga cumplir la ley ni pongo dinero para solucionar el problema con una iniciativa gremial colectiva y privada.

El resultado es que ganan los comerciantes ambulantes y los que se benefician con su presencia y este es el cuento de nunca acabar.

Cuarenta años y seguimos en este juego de porfiados. Cada año, se levanta el concepto de bomba de tiempo, algunos dirigentes de organizaciones muy débiles, los mismos siempre, declaran a los medios y algo se mueve en las autoridades y por un rato "el problema se soluciona". Los ambulantes son expulsados, se van a calles aledañas y, luego, poco a poco vuelven a abrir las fisuras. Da vergüenza que no se haya podido evolucionar en este campo.


3 razones por las que gana el comercio ambulatorio y Lima tiene consecuencias nefastas

Las tres razones son:

  1. Los ambulantes pagan por sus lugares y hay funcionarios que se benefician con ello.

  2. Las autoridades no tienen ni interés ni coraje para sacarlos y no saben cómo tener una solución definitiva.

  3. Los comerciantes de las galerías no se organizan para defender el territorio donde tienen sus inversiones.

Y esto es nefasto para Lima

En materia de seguridad, si ya sin ambulantes los conglomerados son peligrosos: calles estrechas, edificios altos, mercadería inflamable, depósitos y tiendas depósito sin acondicionamiento apropiado, cables de luz, enchufes y extensiones colocadas sin criterio de seguridad y un largo etcétera; con los ambulantes en las calles el riesgo se agranda, sobre todo en épocas de las principales campañas comerciales.

Por otro lado, el perjuicio económico es gigante para los comerciantes que invierten en alquilar o comprar costosas pequeñas tiendas, pero no lo ven, su cabecita los lleva a oponerse a dar 50 céntimos diarios para garantizar fluidez de tránsito y seguridad a la zona comercial y prefieren morirse ahogados por la marea ambulatoria porque los ambulantes no solo compiten con los negocios instalados en las galerías, sino que tapan los accesos a las tiendas de primer piso y a las puertas de las galerías: lo clientes ya no suben y sin clientes son pocas las ventas.

Caminar en los conglomerados cansa y estresa, ambulantes, jaladores, carretillas, clientes, todos a ritmo de procesión en campaña; haces lento el tráfico en las calles, generas menores posibilidades de compra.


El perro se muerde la cola

¿Cuántos años llevamos en el mismo plan?

Los ambulantes "derrotando" a Lima una y otra vez e impidiendo el desarrollo de una agenda de desarrollo. ¿Hemos escuchado algún sueño de la ciudad respecto a sus conglomerados empresariales? ¿Hacia dónde van Mesa Redonda, Mercado Central, Gamarra, el parque Industrial de Villa el Salvador?

El sentido común lleva a pensar en que el ambulante es una persona desvalida a la que no le queda ninguna opción laboral y eso no es del todo cierto. El ambulante decide ir al sitio más rico de clientes y si ya no vende ahí es un opa.

Los comerciantes perjudicados, los que están en las galerías no se organizan ni en sus propias galerías y menos existe una junta de galerías respetable, con peso y capacidad de negociación frente a sus municipios y demás instituciones del Estado.

A las autoridades no les interesa actuar, ya sea porque el problema les sobre pasa, porque no cuentan con recursos ni con imaginación para conseguirlos o porque hay una cadena de aceitamiento contra la cual sienten que es imposible actuar.

Si no hay presión nadie se mueve y cuando hay alguna presión mediática hacen algo por un rato y luego el caos vuelve.

La ciudad pierde y no avanzamos. Cada uno chapa lo que puede en las condiciones más tontas.


Continuará

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